Virginidad Inmortal
- Juan Ant. Matos
Aquí esta ella
una desconocida
enredada a mi cuello y a mi vida
y pensar que a simple vista
no es difícil elección
entre ella o la soledad
entre mi hombría o mi virginidad.
Aquí estoy con mis ojos abiertos,
mirando sus ojos cerrados,
mientras las salivas se hacen una
con los labios que se alimentan así mismo.
Las lenguas jugueteando tropiezan
y el beso se hace eterno,
al parecer ella lo disfruta
mas yo nada siento.
De forma mecanizada
aleteo mi cabeza, muevo mis labios
y jugueteo con mi lengua.
-!Te quiero!- Le dije
cuando sé que nada siento,
solo el tormento de estar con alguien
que para mi no es nadie
y ella me besa, mientras su voz
susurra que me quiere,
me adora y me necesita
¿Será verdad esa mentira?
No sé, mas simplemente no creo
no creo en ella, ni en sus pasiones
ni en sus ardientes caricias.
Antes de pie ahora en el piso,
ella acaricia mí cabeza
mientras sube mí camisa
hasta llegar a mí pecho,
me besa y me acaricia
me toma y se desliza silenciosa
detrás de mis inevitables respiros
Mis manos curiosas
dispuestas a descubrir sus formas,
sobre la ropa, masajean sus montañas;
de una redondez perfecta
y una contextura envidiable
Puse al descubierto su pecho
y ella cual niña inocente
no pone ni la más mínima resistencia
y comí de ellos y vi en su rostro placer,
mientras en las caras de mi espíritu
la incertidumbre tatuada de forma indeleble estaba.
Le besaba, ella me besaba
y sus manos acariciaban
aquello que me distinguía de ella
pero aún vestido yo
cual tigre con ansias de libertad estaba él,
ahí, detrás de los broches
que no por mucho tiempo
le separarían de aquella piel,
piel distinta a las demás
que había conocido
ya que no había conocido ninguna.
Me invito con su mirada a mí habitación
me acostó sobre su cuerpo
y lentamente, fríamente, desenfrenadamente,
ardientemente y con delicadezas ínfimas me beso.
Me saco los pantalones y mi camisa,
desnudo mi cuerpo débil,
pero mi alma vestida de coraza de acero,
ni un segundo le perteneció.
Me pidió con seguridad y calmada
que le sacara su calzado
y termine sacándole su vestido
y sus prendas mas intimas.
Ahí estaba ella vestida de Eva
sin 'inmundicias'
ahí se hacia pura,
se hacia inolvidable,
ahí estábamos los dos desnudos
y a mi que solo el doctor
a parte de mi madre,
tal cual vine al mundo
alguna vez me vio
y pensar que hoy yace mi cuerpo
despojado de su ropaje,
en los brazos de un ángel
al cual le falta la 'A' .
Nuestra piel se fue fundiendo
en el mismo calor que producían.
Le besaba y me besaba
mientras con su miel
alimentaba mis deseos
Separo sus muslos unos 180 grados
y me invito a probar de sus sabores
y yo cual niño obediente e inexperto
busque sus aromas celestes,
mientras por vez primera
me alimentaba de sus adentros
y bebí de sus jugos y probé sus sabores.
Yo que nunca antes había probado
el néctar afrodisíaco de ninguna flor,
hoy me hago experto
entre jugos, sabores y respiros,
hoy hago de todo lo de ella mío
puramente mío
Le beso nueva vez
mientras mis dedos le hacen levitar
y sus respiros incansables
a veces me dicen para,
otras muchas veces me imploran !!mas!!
y me besa, mientras sus manos
acarician mi cabeza de cíclope.
Ahora es ella quien a modo ardiente
toma de mi fuente
y se alimenta de mis adentros
y ahora soy yo
quien levita excitado
sobre los mares
de la mas ardiente pasión
Mis dedos son dueños de sus ruinas
ellos como dibujantes aprendices
hacen figuras circulares, rectangulares
pentagonales, verticales y horizontales
en sus adentros
Y sus respiros se mezclan con el viento
y sus gemidos se hacen música cósmica en mis oídos
y sus sudores anuncian el fuego ardiente del deseo,
me siento extasiado, lejos pero vacío,
mi cuerpo disfruta,
mientras mi espíritu sollozando se lamenta.
Justo ahora ella me besa
y mientras me abraza
mis manos descubren sus caminos
y nuestra piel intenta hacerse una
con el sonido cósmico de nuestros gemidos.
Por sus poros se siente la lava ardiente
de sus incontrolables deseos,
los que intentan hacerse eternos
sin percatarse de que lento lento
me asesinan dentro.
Se sienta en la cama y me incita
a hacerle dúo, me abraza fuerte.
Al oído me susurra un te quiero
y nuevamente se aleja donde estaba.
Ahí estábamos, aquí estamos
ni la más mínima prenda cubre nuestra piel.
Frente a frente yo; a una desnuda mujer
me mira a los ojos, quiero hablar,
pero pone sus dedos suaves sobre mi boca
e inmoviliza mi expresión sin pensamiento
y no digo nada y en silencio veo en sus ojos
los bullicios de sus anhelos.
Denoto en sus ojos sinceridad
pero aquella gran pasión
no me enseña el amor,
solo las lavas del deseo
coexisten en esta habitación
y estando cerca de mi cuerpo
le siento lejos de mi alma
y mientras crece la pasión
más ella se aleja de las playas de mi interior.
Aquí esta ella, luna de media noche
llena de aromas y sabores extraños.
El murmullo de su voz sale de sus labios,
con la misma naturalidad en que la melodía,
sale del arpa del más fino artista
y mis cinco sentidos se agudizan
hasta el punto de hacerse siete.
Tomó mis manos y las enredo a las suyas
y con su voz de ruiseñor;
como si de musa solemne se tratara,
ella me hablo.
Me miró a los ojos intensamente,
mientras haciendo validos esfuerzos
por articular de forma correcta sus palabras,
me susurro lo suficientemente alto, como para que le escuchara
y lo suficientemente bajo, como para que ningún intruso le oyera.
Le atenciones intensamente,
mientras sus ojos miraban los míos
y los míos en los suyos divagaban
mientras su susurro me gritaba sus pensamientos;
sus palabras, las que eran casi como versos,
se desplomaban dulcemente
como hileras de aguas,
en los manantiales de mi alma.
Mi alma congelada y mis sentidos
le ponían atención justo cuando me dijo;
"Te invito a hacer el amor, ¿qué opinas?.
Flagelar la voluntad hacia la carne.
Opacar tu sol con el más fuerte.
Sonrojar tu sonrisa que se pierde entre líneas verticales,
en fin, profanar tu orgullo.
Cubrir tu pecho con las palmas de mis manos.
Arrugar tu frente con el esfuerzo.
Hacer que tus pupilas apunten a un punto que no existe
y luego arrancar palabras
que en tu lenguaje no exhibes.
Te invito a hacer el amor, porque me llegó la musa
y quiero romper el cristal de tu pureza,
tejerte un capullo de seda con mi cuerpo y luego,
después del volcán, dejarte escapar como mariposa.
Te invito a hacer el amor, ¿qué opinas?, ¿aceptas?"
Una vez me susurro su plegaria
se hizo hacia atrás,
extendió sus piernas,
dejándome entre ellas
y cerro sus ojos haciéndose como dormida.
Ahí estaba, tan inocente y confiada,
tan tierna y pura...
La escasa luz dibujaba una sublime penumbra,
la que le daba un toque de sensualidad a la noche.
Puso mi cuerpo sobre el suyo
y ambos ahí desnudos
sentíamos la lujuria de aquel instante.
Cuando los respiros en ella se iniciaron;
yo rozaba mi sexo con el suyo,
abrazó mi cuerpo fuertemente y quería hacerlo suyo
y quería hacerse una conmigo,
nos sentíamos parte del edén
era como si se tratara del paraíso en esencia.
En aquel instante naufragaba en sus mares
mientras sus aguas encendían las brasas de mis deseos.
Besaba sus labios,
mientras ella enloquecida,
alimentaba sus necedades con mi lengua.
Sentía como ella imploraba
porque mi nave aterrizara
en su abierto angar.
Me abrazaba
y sin hablar me suplicaba
que su ardiente sed calmara,
me tocaba y me acariciaba,
le besaba y aquel instante le hacia eterna,
éramos como uno con el universo...
La angustia de un alma vacía,
no me permitió seguir fingiendo afecto alguno,
me separe de su cuerpo,
ella abrió sus ojos, frunzo su seño
y sin decir nada, me cuestionaba consternada.
Me puse de pie y me vestí,
le avecine su ropa y la invite a cubrir
su cuerpo desnudo,
ya que en ningún instante
desnudo a los ojos de mi corazón su interior.
En aquel momento todo acabo,
ella se marchó y tras ella se llevó la pasión
y vacío como nunca antes quedo mi interior
y me sentí miserable y sentí mi espíritu compungido
y sentí mi alma marchita
y aquel instante perdido hizo trozo mi vida,
pues no sentía amor,
los placeres de la carne
me arrojaron a los lagos de la depresión,
mas ya acabo
ella no me hizo más hombre
pero si a mi Ser mas miserable.
Casi tengo sexo por vez primera
y pensar que no me di cuenta de que no hacia el amor,
mas casi cuando me ahogaba en los mares de la pasión
mi virginidad se hizo eterna
y como el Phoenix de las cenizas renació.